lunes, 17 de noviembre de 2014

TONTABILIDAD Y TALENTO




Sí, han leído bien, “tontabilidad” aunque no entendida como la contabilidad de tontos de la organización, sino como el arte de hacerse el tonto en la organización.
Siempre que hablamos de Talento y Empresa, de una forma u otra, acaba apareciendo la figura de quien, lejos de ver como una oportunidad la gestión del talento en la organización, tiende a percibirlo más bien como una amenaza o, en todo caso, una molestia.
Quizás, antes de llegar a ese punto, habría que definir qué entendemos por “talento” en el contexto de la empresa.
El talento siempre ha estado considerado como algo inusual, poco frecuente, especial. Sin embargo, en el contexto de la empresa, el talento es natural, frecuente y, en definitiva, común a todas sus personas. Pero esta concepción corporativa del talento sólo puede entenderse desde la óptica del valor y, de forma más concreta, de las condiciones que debe cumplir la empresa para la generación de ese valor.
Piensen por un momento en conocidos deportistas, literatos, pintores o actores. Efectivamente, cuentan con un inmenso talento, pero ¿sería su talento útil para una empresa de conservas, logística o de derivados del flúor? Me temo que no, salvo en lo referido a su imagen.
Cuando hablamos del talento en la empresa, hablamos de habilidades y competencias notables, pero siempre enfocadas a satisfacer las necesidades de la misma en términos productivos y de generación de valor. En caso contrario, siempre hablaremos de un talento desaprovechado y no porque la empresa es incapaz de gestionarlo adecuadamente, sino por la inoportunidad del mismo.
Talento en la empresa es la capacidad de sus personas para enfocar sus habilidades y competencias de forma notable en la satisfacción de las necesidades de la misma en términos de generación de valor.
¿Una visión sesgada exclusivamente a favor de la empresa?
En forma alguna, ¿quiénes constituyen la base de esa empresa? ¿de quiénes depende su éxito? ¿quiénes son capaces de generar valor?
Otra cosa muy distinta es no olvidar la intima relación que debe existir entre Gestión del Talento y Compensación. Talento y Compensación optimizados en su gestión dan como resultado generación de valor sostenido.
Pero volviendo a la “tontabilidad”…
Todas las personas de una empresa poseen un potencial de talento. Pero otra cosa muy distinta es que todas ellas estén dispuestas a desarrollarlo. El desarrollo del talento pasa por trabajar no sólo tus aptitudes, sino también tus conocimientos y, sobre todo, actitudes. En definitiva, el talento es potencial, pero su conversión en realidad exige esfuerzo, disciplina y trabajo constantes y no todo el mundo está dispuesto a ello nos guste o no admitirlo por lo que la interacción con factores de compensación se hacen aún más evidentes y, no por una razón de castigo, sino de equidad y reconocimiento.
La “tontabilidad” es un arte cuando una organización decide emprender el camino del talento. Por ello, no sólo debemos preocuparnos de alinear talento y valor cartografiando su presencia en la organización; no sólo debemos diagnosticar la situación de partida a través de evaluaciones multicanal y generar acciones en consecuencia. También es crucial plantearse estrategias que consigan gestionar la incertidumbre y los niveles emocionales de la organización.

Pese a todo, la “tontabilidad” siempre será una posibilidad. Pero recuerden, tontos lo que se dice tontos, no existen en una organización. Otra cosa es tener la desgracia de encontrarse con algún doctorado en “tontabilidad”. Pero, cuando esto ocurre, mi consejo es que siga hacia delante con el talento y, sobre todo, reconózcalo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario